miércoles, 26 de septiembre de 2012

Expulsión social: la relación entre los jóvenes y el Estado



Análisis sobre el texto “Chicos en banda” (de Silvia Duschatzky y Cristina Corea). El libro es el producto de una investigación realizada durante los años 2000 y 2001 en el marco de un convenio entre la Unión de Educadores de la provincia de Córdoba y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales ( FLACSO).
          Intenta pensar la situación de la escuela en una coyuntura singular, a partir del declive de las instituciones en tiempos de fragmentación. Trata de pensar qué estatuto tiene la escuela en la subjetividad de unos chicos para los que la escuela ya no es la llave para alcanzar el futuro, ni un lugar de fuerte inscripción .

El concepto principal de “Chicos en banda” es el de expulsión social. Las autoras utilizan éste término en vez de hablar de exclusión social, a lo cual refieren que la exclusión pone el acento en un estado: estar por fuera del orden social, en el que se encuentra el sujeto, mientras que la idea de expulsión, refiere a la relación entre ese estado de exclusión y lo que lo hizo posible. Mientras el excluido es un producto, un resultado de la imposibilidad de integración, el expulsado es resultado de una operación social, una producción; más que denominar un estado cristalizado por fuera, nombra un modo de constitución de lo social.
Sostienen así, que la expulsión social produce un “des-existente” (desaparecido). El expulsado pierde visibilidad, nombre, palabra; ha entrado en el universo de la indiferencia, transitando por una sociedad que parece no esperar nada de él.
Algunos de los indicadores o rastros de expulsión social que consideran relevantes son la falta de trabajo, violencia, falta de escolarización, ausencia de protección social, supervivencia que roza con la ilegalidad, disolución de vínculos familiares, drogadicción, etc. Pero como esto no dice nada de los sujetos, plantean diferencias entre actos o datos reveladores de la expulsión y prácticas de subjetividad, es decir, operaciones que pone en juego el sujeto en esa situación de expulsión. Estas prácticas permiten rastrear las operaciones que despliegan los sujetos en situaciones límites y las simbolizaciones producidas.
Las formas de producción de subjetividad no son universales, ni atemporales, sino que se inscriben en condiciones sociales y culturales especificas. Una de estas nuevas condiciones en que se encuentran los sujetos es la alteración fundamental del suelo de constitución subjetiva: el desplazamiento del Estado-nación, por el Mercado. Destacan que ya no se trata de ciudadanos sino de consumidores. El mercado solo se dirige a un sujeto que tiene derechos de consumidor. El consumo no requiere la ley ni los otros, dado que es en la relación con los objetos y no con el sujeto, donde se asienta la ilusión de satisfacción. Así, el mercado instituye, para consumidores y no consumidores, un nuevo ideal del yo; satisfacción del deseo a partir del consumo de objetos.
¿Qué relación se puede establecer entre las nuevas condiciones de legitimidad instaladas por el mercado y la violencia? Para las autoras se comparte la peculiaridad de nombrar al sujeto a expensas de la ley.
La violencia se presenta como un modo de relación que aparece en condiciones de impotencia instituyente de la escuela y la familia, en una época en que parecen haber perdido potencia enunciativa los discursos de autoridad y el saber de los padres y maestros, que tuvieron la capacidad de interpelar, formar y educar en tiempos modernos. Se advierte así la destitución simbólica de las instituciones tradicionales.
Cuando la ley simbólica, en tanto límite y posibilidad, no opera, el semejante no se configura. Si la ley no opera como principio de interpelación, tampoco opera la percepción de transgresión. Así la violencia no es percibida como tal, en tanto no hay registro de un límite violado. Se trata, en cambio, de una búsqueda brutal y desorientada del otro en condiciones en que el otro no es percibido como límite.

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